Desde hace años me dedico al transporte por cuenta propia. Empecé solo, con un objetivo claro: ofrecer un servicio puntual, sin intermediarios y con la confianza que muchas veces se pierde en las grandes empresas.
El transporte no es solo mover cosas. Es cumplir horarios, respetar condiciones y adaptarse a los imprevistos sin afectar al cliente. Eso es lo que intento hacer en cada encargo.
No soy una empresa con flota, soy una persona que responde. Esa diferencia se nota en cómo trabajo, en cómo trato a cada cliente y en los resultados que entrego. No busco hacer mil envíos al día, busco hacer bien cada uno de ellos.
No delego ni me desentiendo. Me ocupo personalmente de todo el proceso: recogida, ruta, entrega y seguimiento. Así controlo cada detalle.
He gestionado entregas bajo presión, rutas complejas y peticiones de última hora. Eso me ha enseñado a resolver sin perder tiempo ni calidad.
Siempre estás informado. Si surge algo, te aviso. Si hay dudas, las aclaro. Esa transparencia permite que cada cliente se sienta tranquilo desde el primer día.
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